HALLAN SIN VIDA A CHA IN HA, EXCANTANTE DE K-POP Y ACTOR

Este final de año está resultando devastador para la música surcoreana. La última fatalidad de una larga serie se conoció ayer mismo, cuando encontraron muerto en su casa de Seúl al excantante de K-pop y actor de 27 años Cha In Ha. Con él, ya son tres las estrellas fallecidas en menos de dos meses, una tragedia que ha puesto el foco en la parte más oscura de la poderosa industria del entretenimiento surcoreano.

Por ahora, no se conocen las causas de la muerte de Cha, que fue integrante del grupo Surprise U y recientemente protagonizó varias telenovelas y filmes cortos. Su agencia pidió que no se difundan rumores ni se publiquen informaciones especulativas “para que su familia, que está experimentando la mayor de las penas, pueda despedirlo en paz”.
Sin embargo, su deceso trae sin remedio a la memoria los recientes suicidios de dos prominentes estrellas del K-pop. En octubre, la cantante Sulli, de 25 años y exmiembro del grupo f(x), se quitó la vida después de años padeciendo abusos en la redes a manos de troles misóginos y machistas, que la machacaron día y noche por su defensa del aborto o de la libertad de las mujeres a no llevar sujetador.


Su buena amiga Goo, de 28 años y exintegrante del popular grupo Kara, también había tenido su ración de odio en internet y se suicidó sólo seis semanas después. Un año antes, la joven había llevado a juicio a su exnovio, Choi Jong Bum, después de que este la amenazara con publicar un vídeo de ambos manteniendo relaciones sexuales. El hombre fue condenado a 18 meses de prisión, sentencia que ambas partes apelaron y estaba pendiente de resolución. Junto al cuerpo de Goo había una nota en que decía sentirse “pesimista”.


A primera vista, los ídolos del K-pop son seres preparados desde la más tierna infancia para la fama y el dinero. Lucen cuerpos estilizados y rostros ideales, cincelados a golpe de bisturí si hace falta; deslumbran con sus vistosas prendas y complementos, que pronto se convierten en tendencia; por contrato, la mayoría no tiene pareja, lo que alimenta las fantasías amorosas de sus millones de seguidores; y llenan estadios con un público fiel que adora sus estribillos al ritmo de coreografías ensayadas hasta caer rendidos. Una poderosa industria que hace tiempo rebasó las fronteras de Corea del Sur e inundó el resto del planeta.
Las recientes tragedias, a las que se suman otros suicidios como el del líder de SHINee (Kim Jong Hyun), han puesto a la industria bajo un escrutinio sin precedentes sobre su trato a las mujeres. También plantea preguntas incómodas sobre la cultura misógina y patriarcal surcoreana y el tabú que impera sobre las enfermedades mentales en un país con uno de los mayores índices de suicidio.

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